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Solo hay algo tan doloroso como un grito, el silencio...

Recuerdos de un otoño de sinsabores

Recuerdos de un otoño de sinsabores

Al igual que el otro día os contaba la historia de un otoño feliz que acabó en un invierno sombrío y de dudas (y que acabó en una primavera floreciente, por suerte) hoy os cuento un otoño infeliz.

La historia que cuento comenzó en octubre de 1997, en esa época es cuando prácticamente todo mi mundo se derrumbó y cuando todos mostraron sus cartas y me quedé con los que a la postre son mis mejores amigos. Ese año vinieron los misioneros, unos hombres que me enseñaron mucho, cuando se fueron a otros pueblos nos invitaron a la oración de despedida, en Arjona, y ahí cambió todo. Conocí a Mariola...

Es la chica más distinta de todas las que me he enamorado, habitualmente me enamoro de morenas bajitas con un patrón más o menos habitual y ella era rubia de mi estatura y unos ojos color miel preciosos.

Fue un flechazo, lo sentí nada más clavar mis ojos en ella, me dije "esta chica tiene que ser para mí" Pues estuve yendo a Arjona durante los siguientes meses, hasta que junté valor para declararme, eso fue justo antes de Navidad, justo antes de que acabase el otoño, ella me dijo que no, que estaba por otro chico, que quizá en otro momento y otro lugar hubiese sido posible (que excusa más mala) y así acabó otro otoño de mi vida...

Al ir a Arjona asiduamente y dejar de salir con mi pandilla del pueblo, pasaron de mi y me echaron y me quedé con un puñado de amigos, que son más o menos los que conservo a día de hoy...

Así es que, gracias a esos amigos.

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